Con Alka Magnum mejora el rendimiento deportivo
8 junio, 2019Agua alcalina para adelgazar
9 junio, 2019El aumento de acidez en la sangre nos obliga como corredores habituales a estar muy bien preparados tanto física como nutricionalmente, con el objetivo de aumentar la resistencia de nuestro cuerpo al esfuerzo, retrasar lo más posible la aparición del cansancio y conseguir una rápida recuperación posterior al ejercicio.
Nuestro estilo de vida estresado, residir en un hábitat muy contaminado, una alimentación muy rica en proteínas y grasas, o la práctica de actividades muy exigentes como los deportes de resistencia, tienen como consecuencia que más y más ácidos se viertan en nuestro torrente sanguíneo a diario.
Con un estilo de vida equilibrado y alcalino lograremos que nuestro rendimiento sea mucho mayor, que las recuperaciones sean más rápidas y que los dolores musculares y las lesiones menos frecuentes.
A lo largo de este artículo te voy a dar una de las pautas para conseguirlo, quizás la más importante, aplicando el concepto de alcalinidad a tu estilo de vida. En el momento de escribir esta entrada, llevo más de dos años practicando el estilo de vida Alcalino, durante los cuales he recorrido más de 10.000 km, con medias mensuales superiores a los 400 km y sin haber sufrido ninguna lesión.
Acidificación y estrés metabólico
Los alimentos que habitualmente comemos, de acuerdo a la calidad de proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas que otorgan, generan en mayor o menor medida una condición de acidez o alcalinidad al organismo.
Algunas comidas son más ácidas que otras. Especialmente ácidas son las carnes ricas en proteínas y las bebidas isotónicas comerciales, con elevado contenido en azúcares.
Es fácil de entender que si nuestro cuerpo no tiene la suficiente capacidad para eliminar todos los deshechos ácidos que genera a través de los pulmones, piel y riñones, poco a poco va aumentando la concentración de toxinas en nuestra sangre y con ello se va acidificando, es decir, disminuye su pH.
Nuestros músculos entonces tendrán dificultad para obtener nutrientes de una sangre cada vez más sucia y ácida que no les aporta lo que necesitan.
La autorregulación del pH de nuestro organismo
El pH de la sangre, como sabemos, es una de las variables biológicas más estrechamente controladas por el organismo. La sangre tiene un pH=7,345 y su rango de oscilación es extremadamente pequeño. Tanto es así que variaciones muy pequeñas significan grandes problemas para nuestra salud, tanto por exceso como por defecto.
Acidosis
Si el pH de la sangre cae por debajo del 7,2 se produce una depresión del sistema nervioso central, con disminución de la contractilidad cardiaca, disminución de la respuesta inotrópica miocárdica a catecolaminas, hiperkalemia, arritmias, etc. Si se sitúa por debajo del 6,9 es incompatible con la vida.
Alcalosis
Si por el contrario el pH en sangre sobrepasa el 7,55 causa serios trastornos y por encima de 7,8 lleva a la muerte. Una dosis excesiva de bicarbonato, una exposición a altas alturas que baja la presión parcial del oxígeno, o una hiperventilación pulmonar originada por crisis agudas de ansiedad entre otras causas, pueden producir alcalosis.
Sistema regulador ácido carbónico/bicarbonato
Nuestra sangre dispone de reguladores alcalinos y reguladores ácidos que monitorean constantemente el pH de la misma para mantenerlo constante en pH=7,345. Cuando la sangre se convierte en muy alcalina, el regulador ácido trabaja para reducir el pH y cuando la sangre se convierte en muy ácida. Por su parte, el regulador alcalino trabaja para elevar el pH.
El regulador alcalino es ión bicarbonato (HCO3–) asociado con minerales alcalinos. Algunos ejemplos de reguladores alcalinos son el bicarbonato de sodio, bicarbonato de potasio, bicarbonato de calcio y bicarbonato de magnesio. He aquí la importancia incorporar en nuestra dieta minerales a través de alimentos alcalinos.
El regulador ácido es principalmente el ácido carbónico (H2CO3) y la combinación de agua y dióxido de carbono. El hidrato de carbono una vez metabolizado, se convierte completamente en dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O).